También es guionista de Kids y director de Julien Donkey-Boy (1999), film que pertenece también al Dogma 95. Al respecto a esta ¿divertida? película, su amigo Gus Van Sant tuvo una platica por teléfono que se publicó como entrevista; lo que sigue es un fragmento de dicha conversación.
G: Sólo he visto tres o cuatro escenas de Julien Donkey-Boy pero quedé realmente impresionado con toda la realización, lo que pasaba en las escenas y la forma en que fueron rodadas. Cada escena tenía una filosofía diferente, lo cual era sorprendente, y también, algunas de las escenas fueron grabadas con montones de cámaras, lo cual era extremadamente impresionante.
H: Sí, con Gummo experimenté mucho con el video pero no era incluso la estética del video la que me excitaba, era más la libertad a la que me sentía avocado. La gente habla acerca de la revolución del video. Pienso que están más preocupados con el aspecto financiero del asunto, lo cual para mí es secundario. Me podría preocupar menos acerca de cuánto cuesta una película. Pienso que una película debería ser grandiosa si es hecha con cien millones o con un dólar. No hay diferencia. Pero lo que fue más excitante en (usar) el video (en Gummo) fue la intimidad que él permitía. No necesitaba esas enormes multitudes para la iluminación y también estaba emocionado con el hecho de manejar la cámara. Siento que las mejores escenas en Gummo fueron las escenas donde nadie estaba alrededor, incluso en las que ni siquiera yo estaba alrededor. Era sólo el camarógrafo y el actor. Diseñamos un escenario iluminado con posibilidad para que el sonidista estuviera afuera. Yo sólo iba al medio, le daba dirección a los actores, les decía qué improvisar y luego salía del cuarto. Quería hacer Julien Donkey-Boy con este estilo, y quería tener ángulos de cada dirección. Lo quería casi matemático. Quería usar treinta cámaras a la vez y tener gente sentada en los árboles y detrás de las ventanas.
G: Es como el guardia en el puesto de seguridad de un largo edificio con todos esos monitores de vigilancia.
H: Es como quería que Julien Donkey-Boy pusiera un final a esta noción del realismo en el cine, porque no pienso que exista algo así como el realismo o una cosa cien por ciento real, en el cine o en el documental. Al final, el cine es una mentira y las mentiras son buenas si eres un buen mentiroso. Es algo sobre lo que Werner (Herzog) y yo hablábamos mucho, que básicamente hay algo mucho más grande que la verdad en el cine. Hay una verdad poética que parece flotar por encima de una película, algo que es casi divino. Para mí, las grandes obras de arte existen en un nivel en el que no puedes ver al director o al artista llegando a las ideas. De algún modo parece tomar proporciones bíblicas, parece que siempre hubiera existido. Cuando veo una película como The Night Of The Hunter (1955), o incluso The Passion Of Joan Of Arc (1928), no puedo ver los mecanismos; no puedo ver al director pensando. Se siente como si la película hubiera caído del cielo. Quería hacer una película que tuviera esta clase de sensación. Y quería llevarla al siguiente nivel, entonces utilicé multiplicidad de cámaras y comencé a recrearme con esta idea de grabar a los actores con cámaras espías.
G: ¿Y al final, tenías algo así como 120 horas de metraje?
H: Si, algo así. 150 horas más o menos…
La entrevista completa la pueden encontrar AQUÍ
ujú, gracias por le entrevista completa!
ResponderEliminar¡De nada! ¿qué te pareció?
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